miércoles, 9 de noviembre de 2011

Fractal Poesía 1.1 (Fuenteálamo de Albacete)

Momento álgido del festival poético celebrado en Fuenteálamo fue el homenaje que, en el salón de plenos de su ayuntamiento, se rindió a los poetas locales, entre los que se seleccionó a Eduardo Alonso, Dionisia García y Antón Cerdán.


Leí yo un poema de Dionisia García de la que el también fuentealamero Andrés García Cerdán ha dicho:

"En otros lugares he escrito sobre ella, mostrando mi admiración por su obra poética y reconociéndola como maestra de mi juventud. Era amiga de mi abuelo y de mi madre y, generosa como sólo ella, me invitó a su casa y a su biblioteca y me defendió siempre. La recuerdo a principios de los años 90, en Murcia, de la mano de Salvador, su marido, y del brazo de Soren Peñalver, por la calle Trapería o bajo el tamarindo y las palmeras de la Plaza de Santo Domingo. Recuerdo la artesanal perfección de libros como Tosigo ardento (1985) de José María Álvarez, de Begar Ediciones, colección que coordinó. Recuerdo que me prestó las obras completas de Leopardi, Rimbaud y Kavafis, que me enseñó algunas cosas inolvidables de Miguel d'Ors, la limpieza bruñida del poema de Sánchez Rosillo; los volúmenes de la Historia de la Literatura Española de la editorial Crítica; algunos libros de la colección de la Diputación de Albacete: Angel Aguilar, Nicasio Sanchís; los libros de Javier Marín Ceballos, Manuel Susarte y Javier Orrico, enfants terribles de la poesía murciana de los 80. La recuerdo sentada hace unos meses en el Hemiciclo de la Universidad de Murcia."

El poema leído tiene como escenario el mismo que mi soneto veneciano y es un homenaje a Ezra Pound:

                                      En San Michele

Homenaje a Ezra

                                     En San Michele el cementerio un huerto
                                     Mañana de noviembre.
                                     Los versos de la usura.

                                     Silencio y tierra. Flores.
                                     Los peregrinos buscan vestigios naturales.
                                     La pisada de Pound en la pradera última.
                                     Raíces de laurel. Yedra. Rocío sobre el césped.

                                     Llegamos al lugar como a la posesión de un territorio.
                                     Y no se oía nada. Y llovía.

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