viernes, 27 de abril de 2012

Ternura

Una amiga mexicana, Diana Edith Gómez Hérnadez, de veintidós años, tiene este vídeo colgado en su blog, http://dianaegomez.blogspot.com.es/. Me parece muy tierno.



martes, 24 de abril de 2012

El expresionismo abstracto de Jesús López en el Museo Municipal

También nos ha llamado la atención este mes la exposición de pintura y escultura que bajo el título El Azar y el Fluir ha presentado en el Museo Municipal, Jesús López García.


Se trata de un amplio conjunto de obras pictóricas en las que el autor muestra su admiración por Jackson Pollock pero siempre con un toque personal que aparece tanto en la recurrente introducción de un "límite" representado por la línea blanca, recta o no, como por un consciente control del dripping.


En cuanto a la obra escultórica, más allá del hierro de la pieza monumental que ocupa el centro de la exposición, el bronce y la piedra buscan su equilibrio hasta encontrar la proporción áurea en disposiciones geométricas de calmada contemplación que ponen el contrapunto a los impactantes coloridos de los acrílicos.




Sala del Museo Municipal con la obra de Jesús López


La exposición se podrá ver hasta el final de este mes de abril. Merece la pena acercarse al Museo Municipal y contemplar en conjunto y en sus detalles la obra de Jesús López García que como nos ha mostrado domina otros muchos estilos en una profunda búsqueda que lleva a cabo en su taller,  "la Nave Sixtina", cuya fotografía ilustra la portada del catálogo de la exposición.

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Juan Ángel Fernández: El brillo de los dias. La cultura albaceteña del siglo XXI

Con motivo del Día del Libro ha tenido lugar en la Biblioteca de los Depósitos del Sol la presentación del libro de Juan Ángel Fernández, El Brillo de los días. Subtitulado La cultura albaceteña del siglo XXI  lo propone su autor como una necesidad de actualizar la nómina de los que hoy tienen algo que decir en el panorama cultural de la capital manchega y lo hace mediante veintitrés entrevistas a otros tantos personajes de diversos ámbitos culturales y artísticos.


La presentación, introducida por el director de la Biblioteca, Gregorio Osaube Urruchi, ha tenido el formato de un debate radiofónico en el que JAF, histórico de la radio albaceteña, ha moderado a nueve de los entrevistados en el libro: Miguel Ángel González, galerista (La Lisa), Joaquín Pascual, músico (Surfin Bichos y Mercromina), José Manuel Zamora (Abycine), Andrés García Cerdán, poeta, Marta Torres, escenógrafa, Eloy M. Cebrían, novelista, Arturo Tendero, poeta, Fernando López, pintor y Alfonso García Ródenas, residente en L.A., productor e ingeniero de sonido (dos premios Grammy).

El autor y su obra 

Momentos antes de empezar

Marta Torres, JAF y Eloy M.Cebrián

Arturo Tendero, Fernando López y Alfonso Gª Ródenas

Entrevista a García Cerdán

La conclusión a la que llegó el debate fue la buena salud de la que goza la actividad cultural en Albacete, ciudad propicia a la creación por su calidad de vida pero de la que hay que salir si se desea una buena promoción de la obra allí creada, si bien la situación ha mejorado algo con respecto a tiempos pasados gracias a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.


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lunes, 23 de abril de 2012

Nicanor Parra, Premio Cervantes.

En 1972 Seix Barral publicó en España Antipoemas (Antología 1944 - 1969) de Nicanor Parra. Era la primera noticia que muchos universitarios comprometidos teniamos del poeta chileno que proclamaba el descenso de los poetas del Olimpo a la calle en la que se luchaba por la libertad y en la que los cantos de otros chilenos como Quilapayún o Victor Jara ponían música a  la esperanza. Mi ejemplar, que aquí reproduzco, costó 125 pesetas, el equivalente a 75 céntimos de euro y fue el número 378 de mi biblioteca personal. Han pasado justamente 40 años y hoy se entrega en la Universidad de Alcalá de Henares, la Complutense, el premio Cervantes a Nicanor Parra. ¡Salve, poeta, que hiciste que la poesía descendiera entre nosotros!


En esta antología se encuentra el poema Defensa de Violeta Parra que escuchamos en la voz de Enrique Lamas.


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El día mundial del libro y la reforma gregoriana del calendario

Hoy, veintitrés de abril, volvemos a celebrar el día internacional del libro y todos los medios de comunicación repetirán rutinarios la efemérides que da lugar a la conmemoración: tal día como hoy murieron en 1616 Cervantes y Shakespeare. Los más completos añadiran, si es que no lo confunden con su homónimo toledano, al Inca Garcilaso de la Vega, el peruano Gómez Suárez de Figueroa, muerto en Córdoba de Andalucía en la misma fecha. Pero casi nunca nadie explica la siguiente curiosidad: en España se aplicó la reforma gregoriana del calendario el jueves 4 de octubre de 1582 al que siguió el viernes 15 de octubre de 1582, aplicación que no tuvo efecto hasta más tarde, incluso siglos, en las naciones ortodoxas, protestantes y anglicanas. Concretamente en Inglaterra no tuvo efecto hasta el miércoles 2 de septiembre de 1752 al que sucedió el jueves 14 de septiembre de 1752. Por tanto hay que decir que Cervantes y Shakespeare murieron en la misma fecha, 23/04/1616, pero no en el mismo día pues cuando en Stratford-upon-Avon era dieciséis de abril por aquí ya andábamos por el tres de mayo y hacía un par de semanas que D. Miguel reposaba en las Trinitarias. Claro queda que la anécdota ni quita ni pone pues ese Tiempo con mayúscula del soneto de Shakespeare ha respetado a ambos obedeciendo la interdicción del inglés y para siempre, no sólo su amor sino todo su genio han permanecido jovenes a través de los siglos. ¡Feliz día del libro! 

SONNET XIX

Devouring Time, blunt thou the lion's paws,
And make the earth devour her own sweet brood;
Pluck the keen teeth from the fierce tiger's jaws,
And burn the long-lived phoenix in her blood;
Make glad and sorry seasons as thou fleets,
And do whate'er thou wilt, swift-footed Time,
To the wide world and all her fading sweets;
But I forbid thee one most heinous crime:
O, carve, not with thy hours my love's fair brow,
Nor draw no lines there with thine antique pen;
Him in thy course untainted do allow
For beauty's pattern to succeding men.
Yet, do thy worst, old Time: despite thy wrong,
My love shall in my verse ever live young.

                                                                             W. Shakespeare (1564 - 1616)

Mella, Tiempo voraz, del león las garras,/ deja a la tierra devorar sus brotes,/ arranca al tigre su colmillo agudo,/ quema al añoso fénix en su sangre./ Mientras huyes con pies alados, Tiempo,/ da vida a la estación, triste o alegre,/ y haz lo que quieras, marchitando al mundo./ Pero un crimen odioso te prohíbo:/ no cinceles la frente de mi amor/ni la dibujes con tu pluma antigua;/ permite que tu senda siga intacto,/ ideal sempiterno de hermosura./ O afréntalo si quieres, Tiempo viejo:/ mi amor será en mis versos siempre joven.


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sábado, 21 de abril de 2012

Hernán Talavera en Café Literario El Indiano


Hernán Talavera, al que ya conocíamos en su faceta videocreadora (ver entrada de noviembre de 2011: Fractal. Una joya de la videopoesía), por sus premiados cortometrajes y por sus actuaciones de arte conceptual nos ha sorprendido hoy con una colección de acuarelas con técnica mixta colgadas en el Café Literario El Indiano que, regido por el coleccionista de arte y especialista en Tapies José Luis Aínsa, es habitual punto de encuentro de intelectuales y artistas de nuestra ciudad. 



El dificílisimo manejo de los matices celestes previos a la tormenta o al anochecer nos revelan a Hernán, desde su juventud, como muy aventajado discípulo de alguno de los maestros paisajistas consagrados, que junto a una amplia galería de artistas asistieron a la inauguración.

GALERÍA DE ARTISTAS


José Enguidanos
Hernán Talavera


Yayo Moreno González de la Aleja
José Miguel Callado


Carmina G. Palacios y Manuela Martínez (Lalata revista objeto)

Luis Lozano Garay

José Luis Aínsa, historiador, coleccionista de arte

Café El Indiano



Yayo y Luis al otro lado del cristal (Foto García de León)


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viernes, 20 de abril de 2012

Un pasaje de La Celestina

Tras la presentación del libro de Arturo Tendero, Andrés, Carmina, Nani y yo celebrabamos la ceremonia de la literatura y de la amistad en Viktor Gastro-Café. En un determinado momento se habló de la situación actual y de su posible devenir. ¿Quién es capaz de hacer previsiones? Recordé un pasaje de La Celestina, muy indicativo de la línea heraclitiana de Rojas: πάντα ρει..

Como le prometí a Andrés,  aquí están las palabras exactas de Sempronio en el Auto III

Cada día vemos nouedades e las oymos e las passamos e dexamos  atrás. Diminúyelas el tiempo, házelas contingibles. ¿Qué tanto te marauillarías, si dixesen: la tierra tembló o otra semejante cosa, que no oluidases luego? Assí como: elado está el río, el ciego vee ya, muerto es tu padre, vn rayo cayó, ganada es Granada, el Rey entra oy, el turco es vencido, eclipse ay mañana, la puente es lleuada, aquél  es ya obispo, a Pedro robaron, Ynés se ahorcó, Cristóbal fve borracho . ¿Qué me dirás, sino que a tres días passados o a la segunda vista, no ay quien dello se marauille? Todo es assí, todo passa desta manera, todo se oluida, todo queda atrás.



Luarna Ediciones.



Arturo Tendero narrador





En "Popular Libros", mecenas histórico de la cultura de nuestra ciudad, se ha presentado el libro de relatos de Arturo Tendero La hora más peligrosa del día.

El novelista Eloy Cebrían y el poeta Javier Lorenzo Candel fueron los encargados de descubrir la faceta narrativa del también poeta Arturo Tendero cuya nueva obra ha sido ilustrada por Mª Dolores Alfaro Cuevas, que expone los originales de su obra en el foro de la librería.




viernes, 13 de abril de 2012

Poesía en Viktor Gastro-Café

Presentados por el poeta Javier Lorenzo Candel, Premio Internacional Barcarola de Poesía, leyeron sus poemas en el ciclo de poesía albaceteña Ángel Aguilar y León Molina, ambos del grupo poético "La Confitería", uno de los más arraigados y fecundos del panorama literario de nuestra ciudad.

Javier Lorenzo, Ángel Aguilar y León Molina.




PÁJARO DE LUZ  

Aturdido por el jadeo
alcanzo la cumbre del monte.
Y al mismo tiempo estoy aquí
y debajo y alrededor
como nube que pasa.
Estoy contaminado de paisaje.
No encontrará su nido
el pájaro de luz
que me atraviesa.

León Molina.




Lee Ángel Aguilar bajo la mirada de León Molina   
LEANA

"Habría que filmar así las nubes
y las ramas de las palmeras",
Clara hace el muerto en el agua caliente,
Chelo la lleva de los pies,
Gracia cierra los ojos y se abraza a su madre.
Las tres se mueven lentas sobre el vaho.
Afuera, ni siquiera hay que luchar.
Todo lo que vayamos a vivir, lo ya vivido,
llega apacible a esta luz de enero.
Lo que nos trajo hasta aquí
nos cuida y nos protege.

Ángel Aguilar



Al mágico ambiente de la lectura poética contribuyeron las acuarelas de la exposición de Isabel Molina "Pequeñas impaciencias" que llena de pacientes y oníricas visiones el espacio.





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viernes, 6 de abril de 2012

Viernes Santo

Hace décadas que sustituí los oficios de Viernes Santo, a los que tantísimas veces asistí con mis padres, por la audición de la Pasión según San Mateo de Johann Sebastian Bach. Ya dije en otro lugar de este blog que La Pasión constituye para mí, junto a la octava de Mahler y Der Ring des Nibelungen, la culminación de la música occidental. También lo conté, cómo no, en El Azar y la Música, texto en el que, sin que fuera mi intención, se coló un componente memorialístico que descubrió Antonio Martínez Sarrión:


La cuestión está en que yo era en los años sesenta seguidor de un grupo musical, "conjunto" decíamos  entonces, llamado Los Pekenikes, del que, por cierto, sigo conservando todos sus singles. En uno de los últimos LP's de la que fue la formación mas estable del grupo, muy bien formado musicalmente, con grandes instrumentistas y conocedores de la música clásica, -ya habían puesto en pop-rock a Albéniz, a Corelli-, incluyeron un Aria, de la que indicaban: "basada en un tema de J. S. Bach". Es esta:




Yo quede absolutamente subyugado por el tema aunque claro está que los puristas arremetían contra todo aquel que se atreviera con la popularización / vulgarización de los clásicos. Respetando su criterio, no hubiera pasado lo que sigue, en un país en el que los estudios musicales no formaban parte del curriculum de la enseñanza secundaria en la que te podían suspender por no saber quienes eran Dante o Virgilio pero no por no conocer a Bach o a Mozart. Y lo que sigue es que en una noche de estudio, en mi primer año de Universidad, diecisiete añitos, sonó en Radio Clásica el aria de los Pekenikes pero... ¡no era el aria de los Pekenikes! ¡era la Música de las Esferas!, ¡era la Música! ¡¡¡Era Bach!!!


Esto si que me fascinó. Fue mi definitivo ingreso en el mundo de la música clásica, -para que luego digan de la popularización: a Bach desde los Pekenikes y acabé estudiando Musicología, haciendo radio, y escribiendo libros de divulgación musical-. Me hice en cuanto pude con la Pasión completa. Poco entendido, la primera fue la de Karajan. Hoy escucho la muy fiel a los origenes de Ton Koopman, registrada en la propia Thomaskirche en la que a las seis de la mañana del Viernes Santo la interpretaba Bach y a la que pertenece el aria de mis amores  Erbarme dich mein Gott en la voz de la mezzo Bogna Bartosz  que aquí han escuchado.


Aria que, por otra parte me hizo enamorarme para siempre de la voz de las mezzosopranos y, muy especialmente de la de Teresa Berganza, a la que, ¡oh yo, hombre afortunado!, tuve ocasión de declararle mi amor personalmente en noche azul e inovidable.



La Berganza se desmaya en mis brazos
Repuesta, responde con emoción

Fotografías: Santiago Vico Monteoliva

jueves, 5 de abril de 2012

La memoria fragmentada

                       DÍAS DE MONTE Y PLAYA I
                        (Fragmentos de memoria 3) 
                                                                                                                     A mi hermano Paco.

     Los planes de desarrollo de los años sesenta extendieron el hasta entonces elitista veraneo a las clases medias; o al menos a las clases medias funcionariales a las que, por la ocupación de mi padre, pertenecía la familia. Diversos fueron los modos del estiaje entre 1.961 y 1.968, año este último en que mi hermano el mayor ya estaba en la universidad, por lo que, tanto la dispersión familiar como el desplazamiento del esfuerzo económico, pusieron punto final a los veraneos en familia.

     La primera vez que salimos de casa durante el verano fue el mismo año en que yo, nueve años, iniciaría la preparación para el ingreso en el instituto. El punto de destino era la residencia de Educación y Descanso ubicada en San Rafael, Segovia, y los primeros recuerdos se centran en el viaje mismo, tan incómodo y accidentado que, igual que está situado en los primeros sesenta, bien pudiera estarlo en los cincuenta o en los mismísimos cuarenta.

     A la vieja estación de Albacete arribaba el verde convoy que, procedente de Barcelona, de donde habría salido doce horas antes, tenía que conducirnos hasta Madrid en viaje que aún duraría otras cinco o seis horas. En los vagones de tercera clase, en los que nosotros viajábamos, se hacinaba la gente, y se amontonaban los equipajes, haciendo dificultoso el tránsito por los pasillos en busca de cinco plazas, número de miembros de la familia, tarea casi imposible que hacía recorrer una y otra vez los vagones atravesando los fuelles que los unían y donde los traqueteos, ya intensos de por sí, se multiplicaban hasta convertir en ejercicio de equilibrista su cruce con las manos ocupadas por los bultos innumerables que la familia acarreaba para su estadía de dos semanas lejos de casa.


     Guiaba la búsqueda de los cinco hipotéticos asientos sin viajero, el revisor, que, por llevar gorra de plato, ejercía mando en tren, auxiliado, en casos de mayor importancia, por la pareja de la Guardia Civil y los inspectores de la brigada político social, que ocupaban en todo tren, juntos pero no revueltos, un departamento de segunda clase, en uno de los extremos del vagón, estratégicamente situado en punto equidistante entre cabeza y cola del convoy. Seguía mi padre, enorme maleta de cartón piedra en una mano y billetes en la otra, al revisor; aparecía mi madre tercera en el desfile y, cual pollitos tras la clueca, los hijos, cada uno con bultos proporcionados a su tamaño y jerarquía.
            En pleno fuelle, un vaivén desafortunado dio con los billetes en la vía al intentar mi padre, de manera instintiva, asirse de algún modo con la mano que los custodiaba. Cuando el revisor halló los pertinentes asientos, la carencia de los cartoncitos de color marrón que certificaban el debido pago de la tarifa, produjo discusión entre agente y padre, que, imprudentemente, dado que nos podían apear en la estación más próxima, se quejaba del servicio de la red nacional de ferrocarriles españoles. Pero un padre nunca era imprudente por aquellos años y, triunfal vencedor de la lid ferroviaria, fuimos finalmente acomodados, -entiéndase como eufemismo,-  cuando el tren llegaba ya a Minaya.

     Previamente a la pérdida de los billetes había exigido mi padre, en caso de no encontrarse plazas en tercera, el inmediato acomodo en segunda, tal y como las ordenanzas del siglo diecinueve, todavía vigentes, prevenían, así como también era exigible que el revisor demandara los boletos las manos enfundadas en blancos guantes. Ocho eran las plazas de un departamento de segunda clase frente a las seis del de primera; tapicería de tela éstos, de plástico aquellos; vagón colectivo con bancadas de madera los de tercera. La eterna duración de los viajes, -más de dieciséis horas separaban Barcelona de Madrid, vía Albacete - Alcázar de San Juan-, la incomodidad de los coches, el hacinamiento de los viajeros, el olor a humanidad, -mezclado siempre con el de la toronja mondada con las uñas-, las larguísimas paradas en poblachones color daguerrotipo, la manchega monotonía rota sólo por un "¡mirad los molinos!", llegados a Campo de Criptana, convertían el viaje a Madrid en una pesadilla que tenía como única compensación el permitir a uno chulearse de: a) haber montado en tren y b) haber estado en Madrid.

     Y sobre todo si, como es el caso, llegabas a Madrid nada menos que el día en que se celebraba el desfile de la victoria y habías visto a Franco, lo que te reportaba notable superioridad sobre aquellos que habían de limitarse a decir: "pues yo tengo un tío que ha visto a Franco". No lo puedo asegurar pero es posible que el tránsito por Madrid, y el paseo por el de la Castellana, obedeciera a que el tren que había de dejarnos en nuestro definitivo destino partiera de estación distinta a la que había arribado el que nos había traído desde Albacete. Sí recuerdo, sin embargo, un Madrid de calles desiertas a excepción de la zona en la que el desfile se producía y en la que la gente se arremolinaba en silencio con actitud lindante entre la curiosidad y el miedo. Y era miedo.


     El tren que nos conduciría a San Rafael tenía todos sus vagones de madera y sólo recuerdo su color acaramelado y su menor número de viajeros. Debimos de llegar a la residencia, que estaba retirada del pueblo, en plena montaña, mediada la tarde, y alguien debió de acompañarnos a nuestra habitación, que recuerdo en blanco y negro como casi todo lo de la época, y con una ventana que daba a un prado, montañas al fondo, cuyo verdor y cuya extensión eran para mí tan nuevos como lo había sido la visión del mar unos años antes, visión debida también a una excursión de Educación y Descanso, en este caso a Alicante, donde, en una noche de luna llena, mi asombro infantil se hizo infinito al avistar, acompañadas de su brisa, las plateadas crestas de las olas rumorosas. Si a Alonso Quijano le pareció el mar más ancho que las Lagunas de Ruidera, que en su tierra había visto, qué no me parecería a mí que ni aun aquellas conocía. Todo es asombroso para el que viaja desde la llanura, y de auténtico privilegio ha de considerarse la estadía en el Guadarrama, que sólo era posible, ricos aparte, para las familias de aquellos productores que, tras haberlo solicitado en forma y regla por triplicado ejemplar, eran agraciados en el imparcial sorteo realizado al efecto.



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