domingo, 15 de enero de 2012

El primer libro que leí.

Leo en "El País Semanal" el artículo de Elvira Lindo. Cuando se pregunta a los escritores, nos dice, por sus primeras lecturas, parece que todos ellos, poco menos que desde la cuna, ya hojearan el Ulises, a Proust, Conrard y demás autores de culto. Ella confiesa honestamente que se inicio con Mujercitas. Aprovecha para informarnos de la muerte, hace un año, de Martín Vigil, sin que nadie escribiera una necrológica y al que todos leímos, -al menos La muerte está en el camino-, lo confesemos o no. Yo la leí con catorce o quince años.


Pero el primer libro que leí, sin dibujos, sin viñetas, todo letra y con trescientas quince páginas, con nueve o diez años, fue Tarzán de los monos, de Edgar Rice Burroughs, en la edición de Gustavo Gili que aquí aparece. Les suelo decir a mis alumnos que un libro es tantos libros como lectores tiene pero también tantos libros como veces lo lee el mismo lector porque él ya no es nunca el mismo; sin embargo, el libro te permite a veces volver a ser aquel que fuiste y de alguna manera, a mí, Tarzán me devuelve la infancia, el olor de la casa de mis padres y de los colchones de lana, la luz tenue de las alcobas, el silencio de las noches de invierno... Es uno si no de los libros sí de los objetos que más amo.




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