I
Thomas Mann: Doktor Faustus.
(1973)
¡Sombrío reloj de arena
que señalas de la vida
su embaucadora medida
y lo vano de la pena!
Con tu alta cavidad llena
apenas se advierte el paso
de tu tiempo al otro vaso
y cuando casi vacío
marcas el final del mío,
de cambiar nada es ya caso.
II
Mati en París.
(1993)
Entre la Torre y el Sena,
anoto hoy en mi diario:
triste mirlo solitario
canta llorosa su pena.
Y su negra cantilena
es envés de mi balada,
pues mi alma enamorada
tras el cristal de un café,
en estos versos da fe
de tu asombrosa mirada.
III
Platón y Daphne.
(2013)
Altísimo privilegio
contemplar la epifanía
de lo que solo se intuía
en extraño sortilegio.
Oír el sublime arpegio,
-Verdad, Bondad y Belleza-,
y aferrarse a la certeza
de que ya lo tienes todo
tras amarte de tal modo
que lo demás es tristeza.
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