Para Ana Magraner
Toma, Ana, este aire,
el silbido pasajero de los días y las gentes,
la voz ambulante
de los seres que acogiste
y ya no están aquí.
Otros vientos distintos
nos curten tras la calma,
otras calmas vienen y van
veladas por largas horas sin sueño.
Y nosotros siempre quedamos
preguntando, hipnóticos de confusión,
si la vida es este ir y venir de sueños
construidos por otros,
para que nosotros,
los vivamos al calor de nuestra inseguridad.
Toma, Ana, este aire,
déjalo marchar hacia poniente
y vuelve tu cara al mar
que nuevos soplos te esperan.
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