Fiero devorador de horas menores,
mueble terco de ociosidad dudosa,
el amor te ha enaltecido en la umbrosa
noche aquella voraz de resplandores.
Afiebrado de súbitos clamores,
lienzo fuiste prestado en ardorosa
querella, guerra de labios ansiosa,
tálamo dulce para mis amores.
Habré de cambiar tu nombre ordinario
por otro más alto que te releve
de tu antiguo trabajo originario;
de altísimo placer fuiste emisario
y ya no te conviene el signo breve,
sofá, con que te nombra el diccionario.
(Inédito)
(Inédito)
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