Lipstick
No le dolió que se marchara; en el fondo él tampoco la quería. Intentó vivir como si nada hubiera pasado pero pronto comprobó que no podía, que un desasosiego insufrible se iba apoderando de él según pasaban los días. No podía vivir sin el sabor de su lápiz de labios. Afortunadamente recordaba la marca. Entró en la perfumería, compró aquella maldita barra, se pintó y la olvidó para siempre.
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