Vivía en las casas amarillas.
Lunes, miércoles y viernes: la policía;
martes y jueves: la ambulancia;
sábado: el bar de enfrente,
(que cerraba por vacaciones
del uno al dos de julio, ambos inclusive).
Hacía las paces con las negras ondas
de su chico cada domingo.
Era la mujer más guapa de la ciudad.
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