miércoles, 15 de mayo de 2013

Soneto XXII


Miro el tiempo pasado y el que existe,
y el que llegará ajeno a mi presencia,
y ese otro, que marcado por tu ausencia
en el recuerdo claro aún persiste.

Veo que la memoria se resiste
obstinada, a borrar de mi existencia
lo que algún día fue la pura esencia
de la asombrosa luz que tú me diste.

No son todos los tiempos semejantes,
ni son el tuyo y el mío ese mismo
que ayer nos regalamos anhelantes.

Los dos juntos miramos el abismo
y aceptamos su riesgo desafiantes;
hoy, por tu miedo, todo es espejismo.

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