Mirian y Llanos |
MIRIAN
Así más o menos, en esa posición tan ceremoniosa,
tumbado de espaldas con los pies juntos
y los brazos cruzados sobre el pecho,
así te colocaste sobre el palet que nos habían regalado.
Yo me tumbé encima de ti, poco más o menos igualito,
aunque boca abajo;
al cabo del tiempo, decidí que ganaría estabilidad
abriendo piernas y brazos y dejando que tu cuerpo pasara entre ellos,
también ladeé la cabeza para que mi mejilla quedara a la altura de la tuya.
Tenías razón en eso de que no hacía falta sacrificar a nadie en Titanic,
recreamos todo tal como se ve en la película.
Hace tres años tiramos esa madera al mar,
en principio íbamos a ser felices simplemente así, flotando
pero me cansé de solo flotar
tu mejilla sigue moviéndose y de vez en cuando tienes erecciones en sueños
sé que no estás muerto.
¡Podrías decirme algo en medio de este puto océano!
LLANOS
Me encantan esos sitios que han quedado parados en el tiempo. No me refiero a los monumentos históricos, donde el buen olor, la asepsia y los turistas como uno mismo impiden que te sientas transportado a otra época. Son aquellos lugares como Almacenes Navarro, donde aún puedes comprar el robot Emilio o esas sillas blancas de metal que estaban en todas las parcelas y al sentarte te dejaban el cuerpo marcado por cientos de circulitos. Dicen que sus empleados no han recibido información del exterior desde 1991, su jefe les mantiene en un limbo de hombreras, camisetas de Cobi y yogures Yoplay. Otro de esos rincones con solera es Legorburo. Aunque muchos paisanos os penséis que es un nido de ratas a la espera de ser reconvertido en un H&M o un McDonals, os puedo asegurar que sigue abierto. Ayer mismo fui, pero en lugar de juguetes había montones de ropa vieja, igual que la que tengo yo en mi armario. Me sentí tan vintage... Quizás necesito un cambio de look.