viernes, 6 de abril de 2012

Viernes Santo

Hace décadas que sustituí los oficios de Viernes Santo, a los que tantísimas veces asistí con mis padres, por la audición de la Pasión según San Mateo de Johann Sebastian Bach. Ya dije en otro lugar de este blog que La Pasión constituye para mí, junto a la octava de Mahler y Der Ring des Nibelungen, la culminación de la música occidental. También lo conté, cómo no, en El Azar y la Música, texto en el que, sin que fuera mi intención, se coló un componente memorialístico que descubrió Antonio Martínez Sarrión:


La cuestión está en que yo era en los años sesenta seguidor de un grupo musical, "conjunto" decíamos  entonces, llamado Los Pekenikes, del que, por cierto, sigo conservando todos sus singles. En uno de los últimos LP's de la que fue la formación mas estable del grupo, muy bien formado musicalmente, con grandes instrumentistas y conocedores de la música clásica, -ya habían puesto en pop-rock a Albéniz, a Corelli-, incluyeron un Aria, de la que indicaban: "basada en un tema de J. S. Bach". Es esta:




Yo quede absolutamente subyugado por el tema aunque claro está que los puristas arremetían contra todo aquel que se atreviera con la popularización / vulgarización de los clásicos. Respetando su criterio, no hubiera pasado lo que sigue, en un país en el que los estudios musicales no formaban parte del curriculum de la enseñanza secundaria en la que te podían suspender por no saber quienes eran Dante o Virgilio pero no por no conocer a Bach o a Mozart. Y lo que sigue es que en una noche de estudio, en mi primer año de Universidad, diecisiete añitos, sonó en Radio Clásica el aria de los Pekenikes pero... ¡no era el aria de los Pekenikes! ¡era la Música de las Esferas!, ¡era la Música! ¡¡¡Era Bach!!!


Esto si que me fascinó. Fue mi definitivo ingreso en el mundo de la música clásica, -para que luego digan de la popularización: a Bach desde los Pekenikes y acabé estudiando Musicología, haciendo radio, y escribiendo libros de divulgación musical-. Me hice en cuanto pude con la Pasión completa. Poco entendido, la primera fue la de Karajan. Hoy escucho la muy fiel a los origenes de Ton Koopman, registrada en la propia Thomaskirche en la que a las seis de la mañana del Viernes Santo la interpretaba Bach y a la que pertenece el aria de mis amores  Erbarme dich mein Gott en la voz de la mezzo Bogna Bartosz  que aquí han escuchado.


Aria que, por otra parte me hizo enamorarme para siempre de la voz de las mezzosopranos y, muy especialmente de la de Teresa Berganza, a la que, ¡oh yo, hombre afortunado!, tuve ocasión de declararle mi amor personalmente en noche azul e inovidable.



La Berganza se desmaya en mis brazos
Repuesta, responde con emoción

Fotografías: Santiago Vico Monteoliva

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