sábado, 15 de junio de 2013

Poemas de verano I

Para Andrés García Cerdán.


Hoy escribo del perro
del que me habló Andrés hace ya unos días,
ese perro palabra
que dicen que no muerde
y ese perro al que, como Nicasio, paseo
porque lo llevo dentro,
ladrando con Sabina a las puertas
del cielo, solitario
con su quinto de rubia
o acompañado a veces de poetas.
Y también de los coches
y de las somalíes tan esbeltas
que pasan por la escuela
mientras leemos poemas
a la piadosa sombra del Shangri-La.
Claro que hay que morder
el asfalto de vez en cuando. ¡Claro!
Y en su negruzca grasa
encontrar la poesía
de carne y hueso y sangre disfrazada.
Porque también en ella
se esconden mis fantasmas cotidianos
y también late en ella
la respuesta que busco
en cada verso extraño y visionario.



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