miércoles, 7 de noviembre de 2012

Poema de otoño III


III

Como si no existieras,
he de vivir como si no existieras,
como si solo en sueños
hubiera acariciado tu piel niña
y en sueños solo te hubiera besado.

Porque si tú existieras ciertamente,
cómo distinguiría
el amor del deseo,
cómo permanecería aquí sentado
sin hacer de mi vida
busca de aquellos ojos que en el sueño
me inundaron de luz,
de amor y de belleza.

Como si no existieras
habré de deambular entre las sombras
dueño solo de un incierto secreto,
de un seguro recuerdo
que me eleva a otro mundo
en el que la verdad
parece semejante a tu mirada,
en el que el día y la noche se confunden
de placer inundados.

Como si no existieras
para que el tiempo no quede atrapado
en un otoño extraño e irrepetible,
estación de dolor
y de tristeza antigua siempre llena,
quién sabe si de gozo
tras haberte soñado.

Como si no existieras
y no hubiera llegado a oír tu nombre
entre los árboles de verde eterno
ni hubieras pronunciado
nunca el mío en la mágica lengua
de las celebraciones amorosas,
como si todo fuera
un juego literario,
un viejo libro de filosofía,
 visión de mi cansancio
y de mi torpe anhelo.

Como si no existieras
para que mi existencia sea posible.

¡Como si no existieras!

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