Terminado el curso y habiendo vagueado lo indecible durante la primera semana de vacaciones, -quien sabe si las últimas en el mes de julio para los enseñantes-, vuelvo con mis cosas justo un mes después de dejarlas y vuelvo en el mismo punto, como si nada hubiera pasado. Este es el poema cuya lectura dediqué a Antonio Rodríguez en la presentación de su libro. Antonio, estudiante de Salamanca y conocedor de Vicent Andrés Estellés, rara avis por estos lares. La interpretación de Ovidi y Toti Soler es antológica y yo tuve la suerte de oírla en directo en más de una ocasión en mis años de estudiante en Valencia. Sirva también de íntimo homenaje al cantante de Alcoy y al poeta valenciano, al que también conocí en la mítica libreria tres i cuatre.
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