También tiene su hueco la tristeza
y hay días en que no pasando nada,
se ve uno con el alma desolada
y el corazón henchido de pereza.
En los que sólo alzarse es ya proeza
y enfrentarse rendido a la jornada,
sabiéndote la partida ganada,
puro alarde de inútil fortaleza.
En los que uno quisiera no estar vivo,
oír el silencio del universo,
ir de ayer a mañana en un momento,
hacer justamente el camino inverso
que lleva de la nada al sufrimiento,
que te hace ser de la vida cautivo.
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